Así lucía la pequeña Mo cuando la descubrieron. Al igual que muchos otros, Mo fue víctima del comercio ilegal de carne de perro en Bali.
La dificultad física más extrema que enfrentó Mo fue reparar su hocico después de todo el dolor y tormento que había soportado.
La cinta había cortado la circulación sanguínea y la carne se estaba descomponiendo. Su nariz fue cuidadosamente suturada en su lugar, junto con injertos de piel.
Le sellaron los labios con cinta adhesiva y utilizaron un cordón de zapato para atarle las patas traseras.
Le suturaron cuidadosamente la nariz en su lugar, junto con injertos de piel, mientras la llevaban de urgencia a la cirugía.
Después de haber atravesado tanto, el equipo no estaba seguro de si sobreviviría a una cirugía tan exigente.
Mo comenzó a recuperarse gradualmente gracias a la rehabilitación, el tiempo y el amor.
Empezó a ganar peso, mejoró su circulación sanguínea y recuperó la sensibilidad en el hocico. Recuperó la confianza en sí misma y su personalidad resplandeció. A pesar del sufrimiento que había experimentado, Mo se transformó en la hermosa perra que siempre fue. Dulce, cariñosa y, al mismo tiempo, confiada en los humanos, Mo se convirtió en la adorable perrita que siempre había sido.
La hermosa, cariñosa y confiada perra Mo siempre floreció a pesar del sufrimiento que había experimentado. Dulce, afectuosa y, no obstante, confiada en los humanos, Mo se convirtió en la adorable perra que siempre había sido.
Mo pronto fue adoptada por una familia encantadora y cariñosa.
Ahora, Mo vive su mejor vida con una pareja humana amable que la colma de amor, atención, juguetes y suficientes golosinas.
La primera noche que estuvo en casa, Mo durmió 10 horas seguidas en la cama de su padre. Durante el día, juega con sus hermanos perros, disfruta de deliciosa comida y recibe muchos abrazos.
Gracias a todas las personas maravillosas que ayudaron a Mo, finalmente está viviendo la vida que todo perro merece.